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jueves, 18 de marzo de 2021

El desembrutecimiento de la juventud.


 







El desembrutecimiento de la juventud siempre ha seguido una mecánica parecida y voluntaria: uno leía autores que le gustaban y estos dejaban sus páginas sembradas con referencias desconocidas, referencias que después, si uno deseaba la complicidad con su autor, si ansiaba conocer lo que él conocía, tenía que seguir y rastear; un poco como las migas de pan del cuento de Pulgarcito, solo que al revés: migas que en lugar de llevar a la salida del bosque conducen al centro de este, a la casa del ogro. (La casa del ogro es siempre mucho más interesante que la casa del molinero, y además, la del molinero, que es de donde venimos, ya nos la sabemos). Esas migas de pan intertextuales son las que han desembrutecido a decenas de generaciones de autodidactas. El libro que lleva a otro libro, vamos.

Los pulgarcitos de todas las épocas hemos seguido migas de pan que nos conducían a lugares, pero cada nuevo ogro, que nunca era tan fiero como lo pintaban, nos lanzaba migas de otras hogazas más suculentas; es, pues, de suponer que los pulgarcitos del futuro también seguirán las migas que nosotros dejemos esparcidas. Por eso creo importante que sembremos también con referencias nuestro camino, sean referencias homéricas o chelis; del Siglo de Oro o de la Movida. Cualquier mundo desaparecido merece ser cantado, sea el de Agamenón o el de Lola Flores; el de Guermates o el de Violeta la Burra.

Jugábamos nosotros con una ventaja de la que carecen los jóvenes hoy: la de no tener una wikipedia. Vamos, que si queríamos saber quién era ese tal Guermantes teníamos que buscarlo en los libros, y por el precio de la referencia ya salíamos con todo el libro puesto. O el disco, que esos mundos misteriosos, esos ogros forestales, no se editan solo en papel. En el plano musical teníamos Radio 3, el Boletín Informativo Discoplay y las cassettes que nos grababan los amigos; en el literario, los kioskos, la sección de saldo del Corte Inglés y la librerías de lance. Los libros nuevos no estaban al alcance de nuestra economía, y solo caían para Reyes o el día del cumpleaños.

Nuestros nuevos pulgarcitos cuentan sí, con una ventaja que nosotros no teníamos: las descargas ilegales de libros, que lo que no tienen de legalidad lo tienen de gratuidad. Así, confiemos en que la wikipedia les lleve a la piratería, que es una actividad también muy literaria.

Pero todo esto es wishfull thinking, como dicen los ingleses, porque uno no ve a las nuevas generaciones muy hambrientas de migas de pan, y parece que prefieren quedarse en la casa del molinero, que es en donde está la Play. Viven una época en la que el aburrimiento es casi imposible, y el estar siempre haciendo cosas hace que uno olvide el hambre.


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